Identidades y capitalismo.
La intensión es tomar un tema caro a la antropología americana para que sea el campo de aplicación de los conceptos teóricos y del marco histórico desarrollados en las clases.
El marco teórico conceptual está constituido por los diversos contenidos de la materia que atraviesan la problemática de los ahora llamados pueblos originarios: situación colonial, identidad, alteridad, cultura, discriminación, racismo, MAC, etc. Que serán más o menos visualizados por l@s docentes y l@s alumn@s de acuerdo a la dinámica de cada curso.
El contexto historico es el del trabajo de Chiriguini, la introducción de Narvaja, más los aportese de l@s docentes y l@s alumn@s, más los materiales anteriores de la cátedra como el libro de Narvaja y Pinotti, El texto de Pautaso y Diez, El de Luna, etc, que l@s docentes administrarán según intereses y circunstancias.
El campo de aplicación es la problemática de los diversos pueblos originarios que pueblan el Continente Americano, que intentará tornarse inteligible a la luz del marco conceptual y del encuadre histórico que proponemos.
1°: Presentación del tema.
Propongo hacerlo mediante la proyección de la primera parte del cd del Canal Encuentro sobre Pueblos Originarios que l@s alumn@s verán junto a l@s docentes.
El video, principalmente sobre Argentina, dura aproximadamente una hora, por lo que l@s docentes podrán, si lo desean, ir interrumpiendo la proyección para aportar lo que consideren pertinente.
2°: Lectura y aclaraciones, ampliaciones y discusión sobre el texto que propongo como síntesis.
3°: L@s alumn@s interpretarán la problemática presente de algún pueblo o país particular valiéndose de los instrumentos teóricos e históricos antes trabajados
L@s docentes sugerirán las fuentes que conozcan para hacer el trabajo. Las que yo propongo son: el sitiohttp://argentina.indymedia.org/features/pueblos/ donde encontrarán notas sobre todos los conflictos que involucran a los indios del continente; los videos del Ministerio de Educación sobre pueblos originarios, la página del canal Encuentro (tema historia);http://http://www.encuentro.gov.ar/Map.aspx El libro de Bengoa. José: La emergencia indígena en América Latina y, desde luego, la lectura de diarios y revistas. Pero principalmente sugiero pedir a l@s alumn@s que busquen por su cuenta, búsquedas que a veces tienen resultados muy enriquecedores, también para nosotros.
4°: La forma de capitalizar esto depende fundamentalmente del tipo de curso que tengamos: N° de alumnos, compromiso, participación, etc. Yo propongo que los resultados se compartan con el curso, ya sea que sean trabajos grupales o individuales.
La concepción de este tp descansa sobre la utilización de internet. Mi idea es que este tp este en la página de la Cátedra para ir ampliándolo y mejorándolo entre todos. Una de las formas de mejorarlo es mediante la utilización de hipervínculos que remitan a la ampliación de los conceptos y temáticas tratadas.
Identidades y capitalismo.
Introducción:
Los estados fundados ideológicamente en el concepto de nación -proceso que comienza de alguna manera con el fin de la Guerra de los cien años, de la que emergen Inglaterra y Francia como estados nacionales, ya no como unidades dinásticas feudales- no fueron, tradicionalmente, amigables con la existencia de una pluralidad de identidades. Las diferencias fueron tratadas, generalmente, como problemas, rémoras de un pasado bárbaro, provincialismo o localísmo atávico, al que había que superar. Se imponen entonces, sobre la base del idioma, nociones de “Hispanidad”, etc. fundadas en mitologías de origen que confirmarían la identidad común de todos los nacidos dentro del territorio común. Como esta forma de entender la historia, interpretarse a sí mismos y organizarse suele ir de la mano de los intereses, el nacionalismo se convierte en una de las ideologías más aglutinantes, constructivas y destructivas de los tiempos modernos. (S XVI en adelante) Subsisten, no obstante, más o menos visibles, grupos que mantienen identidades diferenciadas, cuya expresión suele ser desalentada, cuando no reprimida con grados más o menos importantes de violencia.
El estado nación es el cuerpo jurídico político dentro del cual el capital, estableciendo protecciones externas y reglas de juego internas, logra un principio de desarrollo auto centrado que le permite, muy tempranamente (fines del S XV) comenzar una fase de expansión mercantil y territorial imperialista (ver Chiriguini) que retroalimenta su proceso de desarrollo. En ese contexto debe entenderse la conquista de América. y el establecimiento en estos territorios de la situación colonial y la “creación” o “el invento” de América y del Indio. Se puede visitar el sitio que se da a continuación para ver el pensamiento de los indios sobre su propia realidad. http://http://www.nativeweb.org/papers/statements/state/barbados2.php
A propósito de esto, Narvaja y Pinotti dicen: “Podemos afirmar que los europeos del S XV no descubrieron América, sino que la inventaron. Antes de ellos existía una riquísima diversidad de pueblos que respondían a matrices culturales distintas, luego de elos existen América y los indios, definido tal atributo de indignidad desde la óptica de la sociedad colonial y de los estados que, cn las guerras de l a independencia se conformaron, no como la permanencia de un grupo cultural diverso, sino como una carencia, es decir, como la carencia de los razgos de la civilización, que es necesario imponerles por la fuerza. Desde la misma perspectiva podemos afirmar que el consabido descubrimiento no es en verdad más que un encubrimiento de todo lo original y diverso que en estas tierras había.
Lo notable de este proceso que se inicia con la conquista de América es que pese a todas las fatalidades que se abatieron sobre los indios, estos, en muchos casos continúan empecinados en seguir vivos, siendo indios, conservando su identidad, su forma de explicar el mundo y sus valores.
El Estado Español forjó su unidad imponiendo la supremacía política. Militar y lingüística de los castellanos sobre los otros pueblos que habitaban su territorio (vascos, catalanes, navarros, gallegos, etc.). Impulsó además la unidad religiosa mediante expulsiones de no catolicos, como moros y judios, y persecuciones de todos los que real o imaginariamense te opusieran al dogma por ellos defendido. Con más razón en América, donde las cosmovisiones de los sometidos eran tan distintas a las suyas, trataron de imponer a sangre y fuego la homogeneidad cultural y religiosa. En la relación de las cosas de Yucatán Diego de Landa escribe: “Hallámosles gran parte de estos, sus libros, y porque no tenían cosa en que no hubiese superstición y falsedades del demonio, se los quemamos todos, lo cual a maravilla sentían y les daba pena.”
Junto con la pérdida de los atributos materiales de su especificidad étnica (libros, calendarios, templos, objetos de culto, ceremonias tradicionales, etc.) las sociedades complejas perdieron, por muerte o asimilación, a lsus cuadros eruditos y dirigentes, a los artistas y los técnicos que, o cayeron en la lucha, o fuero víctimas del genocidio antes tratado, o pactaron con el conquistador sobre el sufrimiento de sus pueblos, y se sometieron a un proceso de aculturación que los españoles se cuidaron de impulsar, mediante escuelas para caciques, casamientos mixtos, etc. Dejando en estado de penuria cultural por largos períodos a estas poblaciones. (Ribeiro, 1992)
La religión fue muchas veces el ariete para quebrar la conciencia étnica de los pueblos. Impuesta por la fuerza en principio, no dejo, ni con el tiempo y el advenimiento de la democracia y los derechos humanos como ideología universal, de ser uno de los más eficaces instrumentos de sometimiento cultural. Cuando la posta de la dominación sobre las minorías la tomaron los estados nacionales surgidos de las guerras de la independencia, al calor de los movimientos inspirados en la revolución francesa, esos estados nacionales dictaron constituciones donde, junto con el derecho de “profesar libremente su culto”, garantizado por el texto constitucional, (art. 14 de la Constitución de la Nación Argentina de 1853, mantenido hasta el presente) concedían al Legislativo Nacional la facultad de promover la conversión de los indios al catolicismo. No podemos menos que pensar que las religiones indígenas no son siquiera consideradas cultos, ya que no podemos suponer que tantos preclaros juristas como se sucedieron en la imparcial Corte Suprema de Justicia y en las sucesivas Asambleas Reformadoras de la Constitución, hubieran sino pasado por alto la aparente contradicción entre el Articulo 14 y el Artículo 67 inciso 15 de la misma Constitución. Pero la libertad de cultos si es invocada cuando se trata de defender la agresiva política misionera de los cristianos de diverso tipo, que muchas veces logran la aproximación a las almas de los indios por la poco espiritual vía del estomago, mediante la provisión de alimentos u otros bienes y servicios provenientes de las opulentas iglesias del norte. No pocas veces también son los estados los que entregan el cuidado de la salud y la educación de los indígenas a la Iglesia Católica, haciéndose así, una vez más, culpables de etnocidio. (Colombres 1993)
La Constitución reformada en 1994 sustituyó el artículo antes citado por el art. 75, inciso 15 que dice: “Corresponde al Congreso: Reconocer la preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas argentinos.
Garantizar el respeto a su identidad y el derecho a una educación bilingüe e intercultural; reconocer la personería jurídica de sus comunidades, y la posesión y propiedad comunitaria de las tierras que tradicionalmente ocupan; y regular la entrega de otras aptas y suficientes para el desarrollo humano; ninguna de ellas será enajenable, transmisible ni susceptible de gravámenes o embargos. Asegurar su participación en la gestión referida a sus recursos naturales y a los demás intereses que los afecten. Las provincias pueden ejercer concurrentemente estas atribuciones.” Haría falta una investigación que diera cuenta de como se tradujo en la práctica esta manifestación de buenos propósitos que es siempre un texto constitucional.
El indigenismo, entendido como el pensamiento que define y justifica las políticas públicas para con los sectores de la población definidos como indígenas tiene su acta de fundación en el Primer Congreso Indigenista Interamericano, celebrado en Pátzcuaro, México, en 1940. En el congreso se reconoce la existencia del pluralismo étnico y la consecuente necesidad de políticas específicas. Estas políticas deben ser protectoras de un indio económica y socialmente débil, a quién se debe tratar de incorporar integralmente en la vida nacional de cada país, estimulando la permanencia de los aspectos de las culturas indígenas que sean “positivos”. Estos postulados básicos permanecen como los pilares del pensamiento indigenista hasta nuestros días. En este pensamiento no caven las reivindicaciones étnicas como tales, en la medida en que el pluralismo que se admite no constituye una solución posible, mucho menos deseable, para el futuro. El indigenismo, entonces, va a ser cuestionado por las organizaciones indias.
Asimismo, perdieron estos pueblos también la propia historia, que les fue enajenada con la tierra y la autodeterminación. Lo que los europeos consideran (¿consideramos?) grandes logros y virtudes de las “altas civilizaciones” les son expropiados por las oligarquías que se sustituyen en el mando.
“Se conmueven del Inca las tumbas
y en sus pechos revive el ardor,
lo que ven renovado en sus hijos
de la patria el antiguo esplendor”
reza el Himno Nacional Argentino, que viene a corroborar lo afirmado por Bonfil Batalla respecto de México cuando dice que todos los mexicanos consideran que son los legítimos herederos de Cuatemoc, pero se les niega ese carácter a los legítimos descendientes de los aztecas. Se les niega también la capacidad de realizar trabajos como los que los europeos admiran cuando algunas “teorías” pretenden, con un éxito sugestivo, que las obras de marras (calendarios, construcciones monumentales, etc.) no pueden sino ser el resultado de la acción de los extraterrestres. ¿Cómo, sino, podrían “estos pueblos tan atrasados” haber realizado semejantes maravillas?
Perdieron sobre todo la tierra, en un proceso que comenzó con su expropiación por los españoles y que continuó en el período independiente de distintas formas. Los ordenamientos jurídicos sobrevivientes a las revoluciones independentistas establecieron como principios intangibles la libertad, la igualdad y la propiedad privada individual, con lo cual, en el mejor de los casos convirtieron al indio en un minifundista que, debido a la poca competencia que tradicionalmente posee para disputar con los blancos en el terreno jurídico, (desconocimiento del idioma, temor reverencial, desconocimiento del ordenamiento jurídico, etc.) de a poco va perdiendo las tierras a manos de los inescrupulosos especuladores que los esquilman.
Perdieron, en la visión de los blancos, su carácter de seres humanos completos, cuando la ciencia del siglo XIX volcó sobre ellos el cumulo de prejuicios biologicistas con que la “raza blanca” justificaba su predominio. Los indios son una raza prehistórica y servil, de cerebro más reducido que el de los españoles, dirá Sarmiento en “Conflictos y armonías de las razas en América” inspirado en la lectura de Spencer. Las consecuencias de tal visión no son difíciles de imaginar si pensamos que las diferencias biológicas solo son reducibles por la muerte; que en el decir de Foucault el racismo es la antesala del genocidio; y que al presidente que sucede a Sarmiento, Avellaneda, será a quién le quepa la gloria de que se realice, dentro de su mandato, bajo la conducción de su Ministro de Guerra, Roca, la Campaña del Desierto. Expresión curiosa si las hay, como es curioso que haga falta un ejército armado con fusiles Remington para conquistar lo que, de ser efectivamente un desierto, debería haber sido simplemente ocupado (Mandrini, 1986).
Perdieron el derecho a la existencia como competidores de los blancos que representan “el progreso” de la humanidad. “Si el exterminio de los indios resulta provechoso para la raza blanca, ya es bueno para esta; y si la humanidad se beneficia con su triunfo, el acto tiene también de su parte a la justicia, cuya base está en el dominio del interés colectivo sobre el parcial.” sentenciará Leopoldo Lugones a principios de nuestro siglo en “El imperio jesuítico” (Colombres, 1993)”
Durante los primeros cien años de la conquista, como resultado de la situación colonial que les es impuesta, las poblaciones originarias sufren un espantoso colapso demográfico y cultural, del que se reponen, dentro de lo posible, en los siglos siguientes. Dicen al respecto Narvaja y Pinotti:
Las consecuencias demográficas
“Aquellos invasores eran tan indeclinablemente optimistas que aún oliendo el acre olor de la sangre de las matanzas no dudaban estar haciendo el bien. Al eliminar a un oponente sentían estar aliviando al mundo de un error. Ellos, que eran los grandes portadores de la culpa judeocristiana, supieron protagonizar sin culpa ni duda el crimen histórico. Casi sin excepción se desconoce conquistador que haya perdido el sueño o haya muerto con lamentos de arrepentido.”
Abel Pose
La dominación europea en América significó una catástrofe demográfica que, aunque evaluada en su magnitud en forma dispar, como lo ha sido también la población precolombina, no deja de ser reconocida por los distintos investigadores.
Hay acuerdo general en que, sea cual fuere el contingente original de la población americana al comienzo de la conquista, la misma comienza a disminuir con esta, y continúa haciéndolo sin interrupción durante los primeros siglos de la dominación.
Si bien la disminución de la población no se produjo al mismo tiempo, ni con la misma intensidad, en todo el territorio, ocurrió antes en el Caribe y en las costas bajas tropicales, luego en las tierras altas más pobladas y por último en las periferias no sometidas a la dominación europea. El fenómeno es lo suficientemente homogéneo como para que la evidencia registrada en un lugar se constituya en un testimonio sobre lo ocurrido en otro.
Los arawac de las Antillas fueron exterminados totalmente en poco tiempo. En La Española, hoy Haití y Santo Domingo, la población indígena disminuyó durante los primeros 50 años de dominación española de por lo menos un millón a no más de 500 que fueron contabilizados en 1548. De los 600.000 individuos habitantes de la costa oeste de la actual Nicaragua no quedaban más de 45.000 en 1550. Hacia 1520 la Mixteca Alta oaxaqueña contaba con 700.000 habitantes, en 1660 no quedaban más de 30.000. Al momento del contacto, “...la población del continente podía representar cerca del 20% de la humanidad; un siglo después, la población americana, incluyendo a los europeos recién inmigrados, no significaba en términos cuantitativos, más que un 3% de la especie humana.”(Chaunu, 1969)
Respecto de la región más estudiada y la que cuenta con más registros, que es la de México central, la Escuela de California, que es la que más ha documentado sus conclusiones en fuentes indirectas, que son las únicas disponibles, como protocolos tributarios y otras, ha propuesto la siguiente evolución en el número de indígenas de la región:
1519----------------------------------25,3 millones
1523----------------------------------16,8 “
1548-----------------------------------6,3 “
1568-----------------------------------2,6 “
1580-----------------------------------1,9 “
1595-----------------------------------1,3 “
1605-----------------------------------1,0 “
lo que significaría que en menos de un siglo la población se redujo a menos del 5% del contingente inicial. Estos porcentajes son representativos también de lo ocurrido en el Caribe y, en menor medida, en las tierras cordilleranas, que eran las regiones de población más densa.”
El S XIX amanece con la aparición, en América, de numerosos Estados “Nacionales”, en el contexto de un mundo dominado por un imperialismo que con renovados bríos se lanza a culminar la tarea de dominación comenzada tres siglos antes. (ver Chiriguini) Estos estados, sobre todo los débiles países emergentes de un sub continente fragmentado, ya, difícilmente podrán aspirar al desarrollo auto centrado conseguido por algunas potencias europeas, y deberán conformarse, las más de las veces, con intermediar en los negocios de los socios mayoritarios, encontrando además nichos donde poder beneficiarse de la explotación de los recursos naturales y humanos de los territorios por ellos administrados. Este nuevo contexto tampoco es favorable para la vida de los individuos ni de las culturas de los pueblos originarios. Por un lado hay que afirmar el carácter nacional del estado que debe compaginarse con una homogeneidad cultural. Por el otro, la puesta en valor de muchos recursos, producto de la revolución industrial, que cobra un fuerte y definitivo aceleramiento a partir del S XIX, produce que muchos territorios, antes marginales, que habían sido dejados en manos de los indios, sean ahora ocupados por los “blancos” mediante el rápido trámite del genocidio. (Por ejemplo: nuestra Campaña del Desierto) http://www.mipatagonia.org/modules.php?name=Encyclopedia&op=content&tid=11
http://es.wikipedia.org/wiki/Conquista_del_Desierto
Sobre la enconada resistencia de los pueblos originarios por mantener su identidad operan fuerzas contradictorias. Por un lado la más general que tiende a homogeneizar en una sola cultura a todo el orbe, acompañada por aquella que pretende lo mismo al interior de cada estado. La escuela, la religión y el servicio militar primero, la radio portátil a transistores y los actuales mass media después son los instrumentos principales de este proceso. Pero por otro lado el capitalismo necesita del diferente para poder sobre explotarlo, por lo que por medio las más variadas formas de marginación y exclusión reproduce, muchas veces valiéndose del racismo, diferencias que van a operar como un estigma, pero que, contradictoriamente, van a permitir la supervivencia de las identidades distintas. Nuevamente, según Narvaja y Pinotti:
“Pueblos enteros desaparecieron de la faz de América por no ser útiles al proyecto europeo, ya sea por no someterse, como los Quilme o por ser necesarias las tierras pero no imprescindibles los habitantes, como en Las Antillas o Tierra del Fuego. Pero donde se necesitó la fuerza de trabajo de los indios se los mantuvo social y culturalmente segregados. La necesidad social del indígena fue uno de los aliados con que contaron algunas etnias para mantener su permanencia, porque si bien la tendencia general ha sido siempre a la unificación cultural a partir de la eliminación de una de las dos culturas en pugna, lo mismo no es enteramente util a la exigencia de mantener una clara distinción entre colonizador y colonizado que permita reconstruir las condiciones de doble explotación del indígena. De esta manera algunas etnias conservan un territorio, a veces propio, a veces fiscal, pero siempre claramente insuficiente para su completa reproducción, razón por la cual se ven obligados a vender su fuerza de trabajo temporariamente para poder proveer a los requerimientos de su supervivencia que no pueden conseguir con la tierra que poseen. Esta situación es sumamente provechosa en las regiones donde el trabajo agrícola o ganadero tiene una fuerte estacionalidad -cosecha, desmalezado, esquila-, porque sería muy oneroso mantener durante todo el año la dotación de personal suficiente para la época de mayor demanda. En algunas regiones se completan las necesidades mínimas -ínfimas- mediante la recolección o el abigeato, -sigue siendo más barato hacer la vista gorda si se roban una oveja para comer que mantener durante todo el invierno a quién se va a precisar solo en verano, y de paso quedan convalidos en su estigma de ladrón-. A la baja retribución, producto de la baja calificación del trabajo por estos individuos realizado, se debe agregar la explotación accesoria que posibilita su condición habitual de indocumentados, analfabetos, no sindicalizados, no poseedores de los códigos necesarios para desenvolverse dentro del “estado de derecho”, no hablantes del idioma oficial, no poseedores del “fenotipo hegemónico”*, etc. Esta doble explotación por pobre y por indio también es observable en otros grupos que combinan la pobreza con algún otro atributo que los pone en desventaja, como por ejemplo los migrantes ilegales, pero esta es otra cuestión (Fuscaldo, 1986)”
En la época clásica del capital el estado era, principalmente, el órgano de opresión de una clase sobre otra. Pero era también el instrumento creado por el propio capital para defenderse de sí mismo. Esto quiere decir que era él el que regulaba y administraba el sistema, poniendo limites a la lógica de la ganancia (la única que moviliza al capital), de los capitales particulares, para posibilitar un funcionamiento más sostenible. Entonces no solo limitaba la competencia feroz y destructiva entre los capitalistas, sino también la misma competencia entre el capital y el trabajo (la población) que podría dar como resultado situaciones catastróficas (guerras civiles, etc.) que pusieran en peligro la reproducción del sistema. El capital de las potencias imperiales necesitaba de los trabajadores de sus propios estados para que estos, sintiéndose socios de la explotación colonialista, estuvieran dispuestos hasta a hacerse matar “por la patria” cuando la competencia con los capitales de las otras potencias pusiera en peligro las ganancia de las empresas de las que ellos recogían las migajas. (1ra. y 2da. “guerras mundiales”) De tal suerte que las guerras devinieron la continuación de la economía por otros medios.
La idea de patria, tan cara para las necesidades del capital, no se lleva bien con la existencia de una multiplicidad de identidades. Necesita más bien de la afirmación de la existencia de un pasado y un devenir común de todos, o al menos la mayoría de los habitantes del estado nación. Lo mismo ocurre en los países dependientes, aunque aquí, la afirmación de una común identidad nacional, puede adquierir un carácter defensivo, algunas veces anti imperialista.
El último cuarto del S XX se caracteriza por la profundización, diríamos culminación, si esto, de alguna manera, no significara hacer futurología, del proceso, para algunos iniciado en el S XV, y, para otros, más reciente y novedoso, conocido como globalización.
Según el economista Samir Amin, (Ver: “Más allá del capitalismo senil“. Y,http://www.uruguaypiensa.org.uy/imgnoticias/720.pdf
“Hoy asistimos al comienzo del despliegue de una tercera ola de devastación del mundo por la expansión imperialista alentada por el derrumbe del sistema soviético y de los regímenes de nacionalismo populista del Tercer Mundo. Los objetivos del capital dominante son siempre los mismos -el control de la expansión de los mercados, el saqueo de los recursos naturales del planeta, la sobreexplotación de las reservas de mano de obra de la periferia- aunque operen en condiciones nuevas, y en algunos casos muy diferentes de las que caracterizan la anterior fase del imperialismo.” Siguiendo al mismo autor, (Ver además Pautaso y Diez) el período está marcado por el control del capital transnacionalizado sobre cinco monopolios: “1° Los monopolios de los que se benefician los centros contemporaneos en el terreno de la tecnología, monopolios que exigen gastos gigantescos que solo el estado puede sostener. 2° Los monopolios que operan en el ámbito del control de los flujos financieros de envergadura mundial. 3° Los monopolios que operan en el acceso a los recursos naturales del planeta. 4° Los monopolios que operan en el campo de la comunicación y de los medios. 5° Los monopolios que operan en el terreno de los armamentos de destrucción masiva.”
El capital se torna tan poderoso que muchas empresas, fondos de inversión e, inclusive, particulares, manejan presupuestos más grandes que los de la mayoría de los países del Tercer Mundo. Esto provoca una reconversión en las relaciones entre el capital, el estado y la población, que, por supuesto, tienen su correlato con las formas de continuar los negocios por la vía guerrera de la que hablábamos antes. Sintetizando podríamos decir que cada período de las relaciones de producción tiene una forma particular de hacer la guerra, y que el actual, se caracteriza por el hecho de que ya no se pelea por la patria, sino por la paga. El capital entonces pude despegarse del compromiso con las poblaciones de sus lugares de origen y tornarse global, respondiendo, ahora sí, solo a la fría lógica de su reproducción, es decir, a la obtención del lucro a cualquier costo. Conserva no obstante el control sobre los aparatos estatales, a los que vacía del contenido regulador y social que antes los caracterizaba, para quedar en su desnudes de estados gendarmes, como resulta tan claro del rol que cumple el estado de USA, en su imbricación con el llamado complejo industrial militar, que es el mayor beneficiario de la política estadounidense. Por supuesto este no es un diagnóstico final, sino la descripción de un proceso reciente, cuyo desarrollo se irá resolviendo en los múltiples campos en que se desarrolla la lucha de clases. Podemos observar, para apuntalar nuestra hipótesis sobre la pérdida de la relación privilegiada del capital con las poblaciones en las que se originó, a medida que se vuelve más concentrado, el trato que dispensa a su población el estado de USA, frente a la ocurrencia de catástrofes naturales, huracán Katrina, como respecto del achicamiento constante del sistema de seguridad social para privilegiar al presupuesto de “defensa“. Lo mismo ocurre, tal vez en menor medida todavía, en los otros países de tradición imperial, por lo que, la famosa frase de raigambre netamente evolucionista de Marx que afirmaba que “Los países adelantados muestran a los atrasados la imagen de su propio desarrollo”, habría que reformularla diciendo que las poblaciones de los países atrasados muestran a las de los adelantados la imagen de su próximo destino, ya que el capital, cuanto más grande es su grado de concentración, y por lo tanto de autonomía y dominio, más tiende a tornar sub desarrolladas a las poblaciones, aún a las de sus países de origen. (El proceso de desarrollo del capital implica el proceso de sub desarrollo del conjunto de poblaciones y territorios que pasan a estar, o que pueden estar en cualquier momento, alejados del interés de los poderosos.)
Slavoj Zizek
En este marco, la emergencia de viejas y nuevas identidades (viejas en referencia a la legitimidad que se reclama, porque las identidades, en tanto presentes, siempre son nuevas) se torna posible y necesaria.
Posible porque el capital globalizado no precisa más del antiguo estado, definido como la nación jurídicamente constituida, para realizar sus negocios. Estos estados, más bien, con la idea de solidaridad que toda común identidad conlleva entre los miembros del grupo, pueden impedir la súper explotación que el capital requiere para ser más competitivo. El achicamiento del estado, la des regulación, la flexibilización, las privatizaciones, etc., son las políticas impulsadas en épocas de globalización. Los estados entonces pierden poder y legitimidad, la idea de patria que supone una identidad común es denostada, y la expresión de identidades, aun algunas refractarias de la idea de los beneficios de la unidad nacional, de pueblos que tozuda y heroicamente resistieron la aculturación durante los quinientos años de la dominación, puede aflorar.
Al respecto Zygmunt Bauman, sociólogo polaco contemporaneo, afirma: “…la política sobre la identidad habla el lenguaje de los marginados a causa de la globalización.” porque “…una vez que la identidad pierde los anclajes sociales que hacen que parezca natural, predeterminada e innegociable, la identificación se hace cada vez más importante para los individuos que buscan desesperadamente un nosotros al que puedan tener acceso.” pues “El deseo de identidad procede del deseo de seguridad…” Señala además que hubo un tiempo en que “la identidad humana de una persona estaba determinada principalmente por el papel productivo que jugaba en la división social del trabajo cuando el estado respondía (si no en la práctica, si en sus intensiones y promesas) por la solidez y durabilidad dhe dicho papel, y cuando los súbditos del estado podían apelar a las autoridades estatales… Esta cadena sin fisuras de dependencia y apoyo podía proporcionar la base de algo parecido al “patriotismo constitucional” de Habermas. No obstante parece que apelar al “patriotismo constitucional” como remedio efectivo a los problemas actuales coincide con los hábitos de las alas de la lechuza de Minerva, conocidas desde la época de Hegel porque eran desplegadas al anochecer…” “Para la gente insegura, perpleja, confusa y aterrada por la inestabilidad y la contingencia del mundo que habitan, la “comunidad” se convierte en alternativa tentadora. Es un dulce sueño, una visión celestial, de franquilidad, de seguridad física y de paz espiritual.” “La identidad, digámoslo claramente, es un “concepto calurosamente contestado”. Donde quiera que usted oiga dicha palabra, puede estar seguro de que hay una batalla en marcha. El hogar natural de la identidad es un campo de batalla.”
La fragmentación conviene al gran capital por muchos motivos. Porque divide la resistencia. Porque legitima las diferencias, convirtiéndolas en desigualdades, justificando desde un multiculturalismo, socio muchas veces del racismo, las terribles condiciones de vida (y muerte) a las que somete a muchas poblaciones. (Ver Gigliotti...) Porque sobre poblaciones fragmentadas es más fácil perpetuar la situación colonial. (Ver Chiriguini) Una situación colonial cuya dimensión ideológica está representada por el dogma de la libertad de mercado y la democracia parlamentaria, valores cuya discusión queda fuera de las posibles expresiones de las distintas identidades, porque son (permítase la redundancia) el dogma de fe indiscutible en el que se fundamenta la globalización.
Necesaria porque frente a la defección del estado, al aggiornamento al discurso único de la postmodernidad globalizada de los partidos políticos, la necesidad de lucha y resistencia de los pueblos encuentra, entre otros, en los grupos consolidados por cuestiones identitarias, la forma de organización política que les facilita perseguir sus reivindicaciones. Estas no van a ser solo las tradicionales, reclamos de indios sobre explotados sin una propuesta clara de futuro, que tornaba su discurso, al decir de Vargas Llosa, en una utopía arcaica, sino que ahora “el territorio, la autogestión, la autonomía, y muy particularmente la relación entre territorios indígenas y medio ambiente”, (José Bengoa. 2007) van a ser principales ejes de las demandas indígenas.
Slavoj Zizek, filósofo europeo, dice que:”… la xenofobia y el fundamentalismo religioso y étnico no solo no son regresivos sino que, por el contrario, ofrecen la prueba más cabal de la emancipación final de la lógica económica del mercado respecto de su relación con la cosa étnica.”
“´¿Cómo se relaciona entonces el universo del capital con la forma del estado naci´n en nuestra era de capitalismo global? Tal vez a esta relación sea mejor denominarla auto colonización: con el funcionamiento multinacional del capital,ya no nos hallamos frente a la oposición estándar entre metrópolis y países colonizados. La empresa global rompe el cordón umbrical que la une a su nación materna y trata a su país de origen simplemente como a otro territorio que debe ser colonizado. Esto es lo que perturba tanto al populismo de derecha con raíces patrióticas, desde Le Pen hasta Buchanan: el hecho de que las nuevas multinacionales tengan hacia el pueblo francés o norteamericano exactamente la misma actitud que hacia el pueblo de México, Brasil o Taiwan. ¿No hay una especie de justicia poética en este giro autorreferencial? Hoy el capitalismo global -después del capitalismo nacional y de su fase colonialista/internacionalista- entraña nuevamente una especie de negación de la negación. En un principio (desde luego ideal) el capitalismo se circunscribe a los confines del Estado Nación y se ve acompañado al comercio internacional (el intercambio entre estados nacionales soberanos); luego sigue la relación de colonización, en la cual el país colonizador subordina y explota (económica, política y culturalmente) al país colonizado. Como culminación de este proceso hallamos la paradoja de la colonización en la cual solo hay colonias, no países colonizadores: el poder colonizador no proviene más del Estado Nación, sino que surge directamente de las empresas globales. A la larga no solo terminaremos usando la ropa de una república bananera, sino que viviremos en una república bananera.”
“Y, desde luego, la forma ideal de la ideología de este capitalismo global es la del multiculturalismo, http://es.wikipedia.org/wiki/Multiculturalismo http://www.ub.es/geocrit/sn-94-104.htm esa actitud que -desde una suerte de posición global vacía- trata a cada cultura local como el colonizador trata al pueblo colonizado: como nativos, cuya mayoría debe ser respetada y estudiada cuidadosamente. Es decir, la relación entre el imperialismo colonialista tradicional y la auto colonización capitalista global es exactamente la misma que la relación entre el imperialismo cultural occidental y el multiculturalismo: de la misma forma que en el capitalismo global existe la paradoja de la colonización sin la metrópolis colonizante de tipo Estado Nación, en el multiculturalismo existe una distancia eurocentrista condescendiente y/o respetuosa para con las culturas locales, sin hechar raíces en ninguna cultura en particular. En otras palabras, el multiculturalismo es una forma de racismo negada, invertida, autorreferncial, un racismo con distancia: respeta la identidad del Otro, concibiendo a este como una comunidad auténtica, cerrada, hacia la cual él, el multiculturalista, mantiene una distancia que se hace posible gracias a su posición universal privilegiada. El multiculturalismo es un racismo que vacía su posición de todo contenido positivo (el multiculturalismo no es directamente racista, no opone al Otro los valores particulares de su propia cultura), pero igualmente mantiene esta posición como un privilegiado punto vacío de universalidad, desde el cual uno puede apreciar (y despreciar) adecuadamente las otras culturas particulares: el respeto multiculturalista por la especificidad del Otro es precisamente la forma de reafirmar la propia superioridad.”
Según el anteriormente citado José Bengoa, en cuya obra se inspira en parte el presente trabajo, las causas explicativas de la emergencia indígena en los noventa en América Latina son “...la globalización, que en todas partes del mundo va acompañada de una valorización de las relaciones sociales y de las identidades locales. ...el término de la guerra fría que posibilitó la existencia de movimientos sociales que ya no se identifican ni con el comunismo ni con el capitalismo, sino con la “utopía arcaica”, con las raíces de América Latina....y los procesos acelerados de modernización que han ocurrido en América Latina a partir de la segunda mitad de los ochenta... y que han tenido como resultado una menor presencia del estado y, muchas veces, una crisis profunda de la idea de ciudadanía ....”.
Entre los cambios más profundos a registrar como producto de esta emergencia indígena está el de la territorialidad. Siempre se consideró al indio como fundamentalmente rural, a tal punto que los censos de población, cuando lo registraban, comprendían como “población indígena” a aquella que habitaba reservaciones o aldeas indígenas. El indio era rural o no era, o en todo caso era un “indio de m...”, que fuera de su ámbito estaba escandalosamente desubicado. Volviendo a Bengoa: “En la nueva dimensión de los asuntos indígenas esta manera de definir el espacio indígena, la población indígena, es inadecuada.
Se ha ampliado el hábitat indígena. La movilidad de las migraciones, la ampliación de la conciencia étnica, conduce a una desterritorialización en que la comunidad de origen conserva un papel simbólico y ceremonial central. Son muchos los pueblos rurales o comunidades que en la práctica sobreviven de los recursos que envían los migrantes. Las nuevas edificaciones, los “adelantos”, el “progreso” de los pueblos se explica por quienes no viven en el lugar en forma estable, pero sienten las nostalgias y añoranzas por su espacio de sentido.”
Esta situación viene acompañada, por supuesto, de profundos cambios en la situación educacional de los indígenas, quienes, a pesar de ser el grupo que menor acceso a la educación formal tiene en A. L., Cuenta con un número creciente de profesionales que se reivindican como tales.
Es un hecho destacado el uso masivo de internet para hacer propaganda de reclamos y debates y para mantener sus tradiciones.
“En definitiva no se puede pensar que la realidad indígena latinoamericana es de comunidades aisladas, que siguen el modelo de la “sociedad folk” que popularizó el conocido antropólogo norteamericano Robert Refield. La emergencia indígena latinoamericana es expresión de un nuevo tipo de sociedad indígena, incluso aquella que habita en el campo, hasta en las regiones que continúan siendo muy aisladas.”
Toda esta situación ha llevado también a al emergencia de una especie de pan indigenismo cultural que se manifiesta en el discurso unificado de dirigentes indígenas que están en contacto entre si como nunca antes lo habían estado. “Derechos indígenas, autonomía indígena, control político, control cultural, sociedades multiétnicas, socidades multiculturales, multiculturalismo, educación multicultural, bilingüismo, educación bilingüe, territorios indígenas, derechos territoriales, patrimonio cultural...” son palabras comunes al discurso de los indígenas de toda A.L.
martes, 20 de mayo de 2008
martes, 6 de mayo de 2008
clase martes 6/5
Respecto de algunas consultas recién recibidas sobre un paro docente que habría hoy, les comunico que no tengo noticias del mismo, por lo que concurriré a clase normalmente. Benito.
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