sábado, 19 de abril de 2008

21 puntos para una ley de radiodifusión

En la dirección que les adjunto podrán encontrar los 21 puntos para una ley de radiodifusión de la democracia que proponen un conjunto de organizaciones. Cuando tratemos el tema será un insumo importante. Benito.

http://www.coalicion.org.ar/

martes, 15 de abril de 2008

cacerola de teflón

Cacerola de teflónLetra y Música Ignacio CopaniAGRADECEMOS LA DIFUSIÓN DE ESTE MATERIAL.Podés enviar tu opinión a copani@sinectis.com.arPor cualquier consulta, comunicate con nosotros aluciano@copani.com.ar //// www.copani.com.ar
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No te oí... En los días del silencio atronador.No te oí junto a las madres del dolor,no sonaste ni de lejos, por los chicos, por los viejos... olvidados.
No te oí... Puede ser que ya no estoy oyendo bien,pero al borde de las rutas de Neuquén,no te oí mientras mataban por la espalda a mi maestro.
Y entre nuestros cantos desaparecidosyo jamás oí el sonido de tu tapa resistente,que resiste comprender que hay tanta genteque en sus pobres recipientes solo guarda una ilusión.
Cacerola de teflón, volvé al estante,que la calle es de las ollas militantes...Con valiente aroma de olla popular.Cacerola de teflón, a los bazares,o a sonar con los tambores militares...Como tantas veces te escuché sonar.
No te oí... Cuando el ruido de las fábricas paró,cuando abril su mar de lágrimas llenó.No te oí con los parientes del diciembre adolescente... asfixiado
No te oí... Puede ser que mis oídos oigan mal,pero no escuché en la exposición rural,reclamar por el jornal de los peones yerbateros,por la rentabilidad de los obreros,por el tiempo venidero, por que venga para todos.
No te oí ni te oiré porque no hay modode juntar tu avaro codo, con mi abierto corazón.
Cacerola de teflón, volvé al estante...De los muebles de las casas elegantes,que las cocineras te van a extrañar.Cacerola de teflón, a los bazares...O a sonar en los conciertos liberales...Como tantas veces te escuché sonar.
No te oí ... En el puente de Kosteki y Santillán,no te oí por el ingenio en Tucumán,no te oí en los desalojos, ni en los barrios inundados ... de este lado.
No te oí... En la esquina de Rosario que estallócuando el angel de la bici se cayó...Y sus ángeles pequeños se quedaron sin comida.
Y jamás te oí en la vida repicar desde acá abajo, por un joven sin trabajo, a la deriva.Debe ser que desde arriba, desde los pisos más altosno se ve nunca el espanto y las heridas.
Cacerola de teflón, volvé al estante... Yo me quedo en una marcha de estudiantes,donde vos nunca supiste resonar.Cacerola de teflón, a los bazares o a llenarte de los más ricos manjaresque en la calle no se suelen encontrar... Cacerola de teflón ... a cocinar.
AGRADECEMOS LA DIFUSIÓN DE ESTE MATERIAL...Par por cualquier detalle, comunicarse con:luciano@copani.com.ar //// www.copani.com.ar

lunes, 7 de abril de 2008

Más sobre la soja

Si quieren ver una presentación clara y didáctica pueden visitar el blog: ateneojauretche.blogspot.com. Benito.

El viernes 4 no concurrí porque adherí al paro po Fuentealba. Este viernes vemos lo que teníamos pautado para el pasado viernes, pero corrido una semana. Benito.

jueves, 3 de abril de 2008

La soja, los pobres y el ambiente

Dedicado a la gente del Mocase, y a los expulsados por la soja, la codicia, la ineptitud de los gobiernos, las topadoras y los plaguicidas. Por Dr. Raúl A. Montenegro, Biólogo. / Premio Nóbel Alternativo (Estocolmo, Suecia) / Presidente de FUNAM / Prof. Tit. de Biología Evolutiva en la Univ. Nac. de Córdoba (Arg). Qué duro es sentirse minoría en un país de falsas mayorías. Qué duro es ver que el gobierno nacional y los ruralistas luchan entre sí cuando son cómplices necesarios del país sojero. Qué duro es ver cacerolas relucientes y llenas de soja RR en el asfalto civilizado de Buenos Aires. Que duro es ver las cacerolas renegridas y sin tierra de los campesinos de Santiago del Estero. Que duro es ver a los estudiantes de universidades argentinas con sus carteles de apoyo a los ruralistas en huelga, como si Monsanto y el Che Guevara pudieran darse la mano. Que duro es recordar que esas cacerolas relucientes, esos estudiantes movilizados y esas familias temerosas del desabastecimiento no salieron a la calle cuando los terratenientes de este siglo XXI expulsaron a familias y pueblos enteros para plantar su soja maldita. Qué duro es ver la furia ruralista al amparo de reyes sojeros como el Grupo Grobocopatel. Qué duro es ver el rostro reseco de Doña Juana expulsada, de doña Juana sin tierra, de doña Juana con sus muertos bajo la soja. Qué duro es ver que se cortan las rutas para que China y Europa no dejen de tener soja fresca, y para que Monsanto no deje de vender sus semillas y sus agroquímicos. Qué duro es comprobar, con los dientes apretados, y con el corazón desierto y sin bosques, que nadie habló en nombre de los indígenas expulsados de sus territorios, de sus plantas medicinales, de su cultura y de su tiempo para que la soja y el glifosato sean los nuevos algarrobos y los nuevos duendes del monte. Qué duro es ver con las manos y tocar con los ojos que nadie habló en nombre de los campesinos echados a topadora limpia, a bastonazos y a decisiones judiciales sin justicia para que ingresen el endosulfán, las promotoras de Basf y las palas mecánicas con aire acondicionado. Qué duro es saber que nadie habló en nombre del suelo destruido por la soja y por el cóctel de plaguicidas. Qué duro es comprobar que muchos productores, gobiernos y ciudadanos no saben que los suelos solo son fabricados por los bosques y ambientes nativos, y nunca por los cultivos industriales. Qué duro es saber que para fabricar 2,5 centímetros de suelo en ambientes templados hacen falta de 700 a 1200 años, y que la soja los romperá en mucho menos tiempo. Qué duro es recordar que el 80% de los bosques nativos ya fue destrozado, y que funcionarios y productores no ven o no quieren ver que la única forma de tener un país más sustentable es conservar al mismo tiempo superficies equivalentes de ambientes naturales y de cultivos diversificados. Qué duro es observar cómo se extingue el campesino que convivía con el monte, y cómo lo reemplaza una gran empresa agrícola que empieza irónicamente sus actividades destruyendo ese monte. Qué duro es ver que el monocultivo de la soja refleja el monocultivo de cerebros, la ineptitud de los funcionarios públicos y el silencio de la gente buena. Qué duro es saber que miles de argentinos están expuestos a las bajas dosis de plaguicidas, y que miles de personas enferman y mueren para que China y Europa puedan alimentar su ganado con soja. Qué duro es saber que las bajas dosis de glifosato, endosulfán, 2,4 D y otros plaguicidas pueden alterar el sistema hormonal de bebés, niños, adolescentes y adultos, y que no sabemos cuántos de ellos enfermaron y murieron por culpa de las bajas dosis porque el estado no hace estudios epidemiológicos. Qué duro es saber que los bosques y ambientes nativos se desmoronan, que las cuencas hídricas donde se fabrica el agua son invadidas por cultivos, y que Argentina está exportando su genocidio sojero a la Amazonia Boliviana. Qué duro es comprobar que las cacerolas relucientes son más fáciles de sacar que las topadoras y el monocultivo. Qué duro es comprobar que en nombre de las exportaciones se violan todos los días, impunemente, los derechos de generaciones de Argentinos que todavía no nacieron. Qué duro es ver las imágenes por televisión, los piquetes y las cacerolas mientras las almas sin tierra de los campesinos y los indígenas no tienen imágenes, ni piquetes, ni cacerolas que los defiendan. Qué duro es comprobar que estas reflexiones escritas a medianoche solo circularán en la casi clandestinidad mientras Monsanto gira sus divisas a Estados Unidos, mientras las topadoras desmontan miles de hectáreas en nuestro chaco semiárido para que rápidamente tengamos 19 millones de hectáreas plantadas con soja, y mientras miles de niños argentinos duermen sin saber que su sangre tiene plaguicidas, y que su país alguna vez tuvo bosques que fabricaban suelo y conservaban agua. Muy cerca de ellos las cacerolas abolladas vuelven a la cocina.