miércoles, 12 de septiembre de 2007

vamos a ver

UNA CONCEPCIÓN DIALÉCTICA DEL HOMBRE

Selección de textos de Carlos Marx y comentarios por Benito R. Narvaja.

Generalmente quienes abordan el tema de la naturaleza humana lo hacen desde una perspectiva que se entiende tradicionalmente como histórica, buscando en la génesis del fenómeno las claves para la comprensión del mismo. Así, es común que se considere que la clave para entender al hombre debería buscarse en lo que los hombres primitivos fueron, pero que dejaron de ser, o cuyo ser quedó oculto, por mediación de la cultura. Entonces, cuando se habla de hombre natural, esta idea, como en el caso del Iluminismo, nos remite al "hombre de las cavernas" o al "buen salvaje". Levis Strauss, mención obligada para el tratamiento de estos temas, busca la identidad o la esencia humana rastreando el origen de la cultura, tratando de fijar, no histórica pero si analíticamente, el momento en que "la naturaleza se supera a si misma" creando la cultura, que sintetiza en el intercambio de mujeres y de signos, a través de la prohibición del incesto y del uso del lenguaje. Para ello parte de un estudio comparativo entre las más diversas culturas para observar qué es lo que todas ellas tienen en común (prohibición del incesto y lenguaje), que serían los atributos que, de una vez y para siempre darían el contenido, no las formas que son cambiantes, a la naturaleza humana. Naturaleza humana que tiene un pasado animal al que quisiera pero no puede, o no se anima, a volver, un pasado en el que no era necesario el desgarramiento de tener que compartir.
Pero quién busque una perspectiva similar en el análisis marxista de la naturaleza humana saldrá necesariamente frustrado, ya que las referencias al pasado que encontrará serán siempre muy breves y referidas al presente o al futuro, como el lugar de resolución de la contradicciones del presente, y por lo tanto la perspectiva desde la cual este presente pueda tornarse inteligible. Para el pensamiento histórico marxista "la anatomía del hombre es la clave de la anatomía del mono" y no viceversa. Concordantemente con esta postura, los análisis marxistas siempre parten de lo que las cosas son, y de lo que deberían ser, porque los marxistas no quieren solo comprender la realidad, sino que quieren comprenderla para transformarla, por lo que el marxismo no es, no debe ni puede ser, una teoría, sino una praxis revolucionaria donde teoría y acción están en una tensión contradictoria que se va superando permanentemente. "Para superar la idea de la propiedad privada bastan las ideas comunistas, pero para superar la propiedad privada real es necesaria la actividad comunista. La historia la producirá y el desarrollo que ya reconocemos en el pensamiento como voluntad autotrascendente supondrá en la realidad un proceso duro y prolongado. Debemos considerar sin embargo, como avance, el haber adquirido previamente una conciencia de la naturaleza limitada y el fin del desarrollo histórico y poder ver más allá..
Cuando los artesanos comunistas forman asociaciones, el adoctrinamiento y la propaganda son sus fines principales. Pero su asociación misma crea una nueva necesidad -la necesidad de la sociedad- y lo que parecía un medio se ha convertido en un fin. Los resultados más notables de este desarrollo práctico se observan cuando los trabajadores socialistas franceses se reúnen. Fumar, comer y beber no son ya simples medios de reunir a la gente. La sociedad, la asociación, la conversación, que también tiene a la sociedad como su fin, les basta; la fraternidad del hombre no es una frase vacía sino una realidad y la nobleza del hombre resplandece ante nosotros en sus cuerpos extenuados por el trabajo." (Manuscritos, Pág. 158) "Así como la sociedad, en sus orígenes, encuentra a través del desarrollo de la propiedad privada, con su riqueza y su pobreza (material y espiritual) los materiales necesarios para ese desarrollo cultural, así la sociedad plenamente constituida produce al hombre en toda la plenitud de su ser, al hombre rico, dotado de todos los sentidos, como realidad perdurable. Es solo en un contexto social como el subjetivismo y el objetivismo, el espiritualismo y el materialismo, la actividad y la pasividad dejan de existir como tales antinomias. La solución de las contradicciones teóricas es posible sólo a través de medios prácticos, mediante la energía práctica del hombre. Su resolución no es pues, de ninguna manera, sólo un problema de conocimiento, sino un problema real de la vida que la filosofía fue incapaz de resolver precisamente porque sólo veía en él un problema puramente teórico" (Manuscritos, Pág.. 143)
Para el análisis del trabajo, y del trabajo enajenado no transita la génesis del trabajo, sino que parte del trabajo tal cual se manifiesta en la sociedad capitalista: "Partiremos de un hecho contemporáneo. El trabajador se vuelve más pobre a medida que produce más riqueza y a medida que su producción crece en poder o en cantidad. El trabajador se convierte en una mercancía aún más barata cuantos más bienes crea. La devaluación del mundo humano aumenta en relación directa con el incremento de valor del mundo de las cosas. El trabajo no solo crea bienes; también se produce a si mismo y al trabajador como una mercancía y en la misma proporción en la que crea bienes" (Manuscritos, Pág.. 105) De la misma manera que para el análisis del comunismo no parte de los antecedentes históricos, al contrario, critica a quienes así lo hacen, porque "..., todo el desarrollo histórico, tanto la génesis real del comunismo (el origen de su naturaleza empírica) y su conciencia pensante es su proceso de devenir comprendido y consciente; mientras que el otro comunismo, todavía subdesarrollado, busca en ciertas formas históricas opuestas a la propiedad privada una justificación histórica fundada en lo que ya existe y a ese fin saca de su contexto elementos aislados de su desarrollo ... y los afirma como pruebas de su pureza de sangre histórica. Al hacerlo pone en evidencia que la mayor parte de ese desarrollo contradice sus propias afirmaciones y que, si ha existido alguna vez, su existencia pasada refuta su pretensión de constituir el ser esencial." (Manuscritos, Pág.. 136) Concordantemente con ello: "Esta propiedad privada material, directamente perceptible, es la expresión material y sensible de la vida humana enajenada. Su movimiento -producción y consumo- es la manifestación sensible de toda la producción anterior, es decir, la realización de la realidad del hombre. La religión, la familia, el Estado, la ley, la moral, la ciencia, el arte, etc., son sólo formas particulares de la producción y caen dentro de su ley general." (Manuscritos, Pág.. 136)

La naturaleza humana

De igual manera, insistimos, la naturaleza del hombre no es aquella presente en las expresiones de los primitivos, sino la que se expresará en la instancia superior. Para expresarse necesitará que "...las condiciones de la vida diaria, laboriosa y activa, representen para los hombres relaciones claras y racionales entre si y respecto a la naturaleza. La forma del proceso social de vida, o lo que es lo mismo, del proceso material de producción, solo se despojará de su halo místico cuando ese proceso sea obra de hombres libremente socializados y puesta bajo su mando consciente y racional. Más, para ello, la sociedad necesita contar con una base material o con una serie de condiciones materiales de existencia, que son, a su vez, fruto natural de una larga y penosa evolución." (El capital. Tomo 1. Pág.. 44) Entonces: "...el ateismo y el comunismo no son una fuga ni una abstracción, una pérdida del mundo objetivo que los hombres han creado objetivando sus facultades. No son un retorno, que suponga un empobrecimiento, a una simplicidad antinatural y primitiva. Son más bien la primera manifestación real, la verdadera actualización de la naturaleza del hombre como algo real" (Manuscritos, Pág.. 195)
Pero cuando Marx habla de la naturaleza del hombre no debemos entender que se refiere a una esencia humana abstracta e inmanente a cada individuo. En la Sexta tesis sobre Feuerbach afirma que esa esencia es el conjunto de las relaciones sociales, que, agregamos nosotros, comprenden también las relaciones con la naturaleza, como cuerpo inorgánico del hombre. El conjunto de las relaciones sociales es históricamente cambiante, por lo que la misma naturaleza humana no podrá entenderse como puramente biológica, una abstracción, sino como una naturaleza que solo puede desenvolverse en la historia. La historia de una especie que transforma concientemente la naturaleza y, que al transformar la naturaleza, se transforma a si misma, es decir, transforma su propia naturaleza humana. Esto, que Marx afirmó en el tercer cuarto del siglo XIX, cuando todavía la base biológica de la humanidad no estaba siendo manipulada y parecía que solo cambiaba la forma en que se expresaba el potencial de la especie, cobra una nueva actualidad ahora que podemos entrever, observando el desarrollo de las ciencias naturales, hasta qué punto el hombre se transforma a si mismo. "Pero la ciencias naturales han penetrado muy prácticamente en la vida humana a través de la industria. Han transformado la vida humana y preparado la emancipación de la humanidad, aún cuando su efecto inmediato fuera acentuar la deshumanización del hombre. La industria es la relación histórica real de la naturaleza, y por tanto de las ciencias naturales con el hombre. Si la industria es concebida como la manifestación exotérica de las facultades humanas esenciales, la esencia humana de la naturaleza y la esencia natural del hombre también pueden comprenderse. Las ciencias naturales abandonan entonces su orientación materialista abstracta, o más bien idealista y se convertirán en la base de las ciencias humanas, así como ya se han convertido, aunque en una forma enajenada, en la base de la vida humana real... La naturaleza, tal como se desarrolla en la historia humana, en el acto de génesis de la sociedad humana, es la naturaleza real del hombre; así, la naturaleza, tal como se desarrolla a través de la industria, aunque de una forma enajenada, es la naturaleza verdaderamente antropológica."
"La experiencia sensible (véase Feuerbach) debe ser la base de toda ciencia. La ciencia solo es ciencia genuina cuando procede de la experiencia sensorial, en las dos formas de percepción sensible y necesidad sensible; es decir cuando procede de la naturaleza. Toda la historia es una preparación para que el hombre se convierta en objeto de la percepción sensible y para el desarrollo de las necesidades humanas (las necesidades del hombre como tal). La historia misma es una parte real de la historia natural, del desarrollo de la naturaleza en el hombre. La ciencia natural comprenderá algún día la ciencia del hombre, así como la ciencia del hombre comprenderá a la ciencia natural; serán una sola ciencia." (Manuscritos, Pág.. 145) Ciencia que a nuestro entender deberá plasmarse en la política, como el terreno de la síntesis del dominio sobre la naturaleza y el conocimiento sobre las necesidades sensibles del hombre.
Respecto de las necesidades Marx distingue dos tipos de impulsos o apetitos: los constantes o fijos, como el hambre o el impulso sexual, que acompañan al hombre y solo podrían modificarse en la forma según las culturas y los individuos en los que se expresen, y las necesidades relativas que deben su origen a las estructuras sociales y a las condiciones de producción y de comunicación. Como ejemplo de estas necesidades de segundo tipo podemos tomar a la necesidad que crea el capitalismo, que es la necesidad de dinero. "Hemos visto la importancia que debería atribuirse, en una perspectiva socialista, a la riqueza de las necesidades humanas, y también, en consecuencia, a un nuevo modo de producción y a un nuevo objeto de producción. Una nueva manifestación de las necesidades humanas y un nuevo enriquecimiento del ser humano .Dentro del sistema de la propiedad privada tiene el sentido opuesto. Todo hombre especula con la creación de una nueva necesidad en otro para obligarlo a hacer un nuevo sacrificio, para colocarlo en una nueva dependencia y atraerlo a un nuevo tipo de placer, y por lo tanto, a la ruina económica. Cada hombre trata de establecer sobre los demás un poder ajeno, para encontrar así una satisfacción de su propia necesidad egoísta. Con la masa de objetos crece también la esfera de entes ajenos a los que está sometido el hombre. Cada nuevo producto es una nueva potencialidad de engaño y robo mutuos. El hombre se vuelve cada vez más pobre como hombre; tiene una necesidad creciente de dinero para tomar posesión del ser hostil. El poder de su dinero disminuye en proporción directa con el crecimiento de la cantidad de productos, es decir, su necesidad crece con el poder creciente del dinero. La necesidad de dinero es, pues, la necesidad real creada por la economía moderna y la única necesidad que esta crea. La cantidad de dinero se convierte cada vez más en la única cualidad importante. Así como reduce a todo ser a su abstracción, se reduce a si mismo, en su propio desarrollo, a un ser cuantitativo. El exceso y la inmoderación se convierten en su verdadera norma. Esto se demuestra subjetivamente, en parte por el hecho de que la expansión de la producción y de las necesidades se convierte en una servidumbre ingeniosa y siempre calculadora a los apetitos inhumanos, depravados, antinaturales e imaginarios...Así como toda imperfección humana es un vínculo con el cielo, un punto desde el cual el corazón es accesible al sacerdote, toda necesidad es una oportunidad para acercarse al prójimo...El empresario accede a las fantasías más depravadas de su prójimo, desempeña el papel del alcahuete entre él y sus necesidades, le despierta apetitos insanos y está en espera de cualquier debilidad para, después, reclamar la remuneración por esta obra de amor.
Esta enajenación se demuestra en parte en el hecho de que el refinamiento de las necesidades y de los medios para satisfacerlas produce como contrapartida un salvajismo bestial, una simplificación completa, primitiva y abstracta de las necesidades; o, más bien, simplemente se reproduce en su sentido opuesto. Para el trabajador, inclusive, la necesidad de aire fresco deja de ser una necesidad. El hombre vuelve a la vida de las cavernas, pero ahora envenenado por el aliento pestilente de la civilización. El trabajador solo tiene un derecho precario de habitarla porque se ha convertido en una morada ajena que puede no estar disponible de repente... La luz, el aire y la más simple limpieza animal dejan de ser necesidades humanas. La suciedad, esa corrupción y putrefacción que corre por las alcantarillas de la civilización se convierte en el elemento en donde vive el hombre. El descuido total y antinatural, la naturaleza putrefacta, se convierte en el elemento en el cual vive. Ninguno de sus sentidos existe ya, ni en forma humana, ni siquiera en una forma no-humana, animal. (Manuscritos, Pág.. 151)

La naturaleza humana y el trabajo

Para caracterizar a la especie humana Marx parte de la actividad humana específica que es el trabajo libre y consciente. El concepto de trabajo es central en Marx, porque de allí deriva no solo su concepción del hombre, sino que a partir del concepto de trabajo enajenado va a desarrollar su análisis de la sociedad capitalista, y será entonces el tipo de actividad, social, libre y consciente, el fin último del desarrollo humano. "El comunismo es la fase de la negación de la negación y, en consecuencia, para la siguiente etapa del desarrollo histórico, un factor real y necesario en la emancipación y rehabilitación del hombre. El comunismo es la forma necesaria y el principio dinámico del futuro inmediato, pero el comunismo no es en sí el fin del desarrollo humano, la forma de la sociedad humana." (Manuscritos, Pág.. 148) La pregunta es entonces cuál es el fin del desarrollo humano:
"La actividad productiva es, sin embargo, la vida de la especie. Es la vida que crea vida. En el tipo de actividad vital reside todo el carácter de una especie, su carácter de especie; y la actividad libre, consciente, es el carácter de los seres humanos como especie". (Manuscritos, Pág.. 111)
"El animal es uno con su actividad vital. No distingue a la actividad de si mismo. Es su actividad. Pero el hombre hace de su actividad vital misma un objeto de su voluntad y de su conciencia. Tiene una actividad vital consciente. No es una determinación con la que se identifique completamente. La actividad vital consciente distingue al hombre de la actividad vital de los animales. Sólo por esta razón es un ser genérico. O más bien, es sólo un ser con conciencia de sí, es decir su propia vida es un objeto para él puesto que es un ser genérico. Sólo por esta razón es su actividad una actividad libre. El trabajo enajenado invierte la relación, en tanto que el hombre como ser con conciencia de sí hace de su actividad vital, de su ser, sólo un medio para su existencia."
"La construcción práctica de un mundo objetivo, la manipulación de la naturaleza inorgánica, es la confirmación del hombre como ser genérico consciente, es decir, como ser que considera a la especie como su propio ser o a si mismo como especie. Por supuesto también los animales producen. Construyen nidos, habitaciones como en el caso de las abejas, los castores, las hormigas, etcétera. Pero sólo producen lo que es estrictamente necesario para ellos mismos y sus retoños. Producen sólo en una dirección única, mientras que el hombre produce universalmente. Producen únicamente bajo el imperativo de una necesidad física directa, mientras que el hombre produce cuando está libre de la necesidad física, y sólo produce verdaderamente cuando está libre de esa necesidad. Los animales se producen sólo a sí mismos, mientras que el hombre reproduce toda la naturaleza. Los productos de la producción animal pertenecen directamente a sus cuerpos físicos, mientras que el hombre es libre frente a su producto. Los animales construyen sólo de acuerdo con las normas y necesidades de la especie a la que pertenecen, mientras que el hombre sabe producir de acuerdo con las normas de toda especie y sabe aplicar la norma adecuada al objeto. Así el hombre construye también de acuerdo con las leyes de la belleza."
"Es en su trabajo sobre el mundo objetivo que el hombre se muestra como ser genérico. Esta producción es su vida activa como especie; mediante ella, la naturaleza aparece como su obra y su realidad. El objeto de trabajo es, pues, la objetivación de la vida del hombre como especie; porque él no se reproduce ya sólo intelectualmente, como en la conciencia, sino activamente y en un sentido real, y contempla su propio reflejo en un mundo que él ha construido. Al mismo tiempo que el trabajo enajenado arrebata al hombre el objeto de su producción, también le arrebata su vida como especie, su objetividad real como especie y transforma su ventaja sobre los animales en una desventaja, en tanto que su cuerpo inorgánico, la naturaleza, le es arrebatada." (Manuscritos, Pág.. 111-112)
"El trabajo es en primer término un proceso entre la naturaleza y el hombre, proceso en el que este realiza, regula y controla mediante su propia acción su intercambio de materias con la naturaleza. En este proceso, el hombre se enfrenta como un poder natural con la materia de la naturaleza. Pone en acción las fuerzas naturales que forman su corporeidad, los brazos y las piernas, la cabeza y la mano, para de este modo asimilarse, bajo una forma útil para su propia vida, las materias que la naturaleza le brinda. Y a la par que de ese modo actúa sobre la naturaleza exterior a él y la transforma, transforma su propia naturaleza, desarrollando las potencias que dormitan en él y sometiendo el juego de sus fuerzas a su propia disciplina. Aquí no vamos a ocuparnos, pues no nos interesan, de las primeras formas de trabajo, formas instintivas y de tipo animal. Detrás de la fase en que el obrero se presenta en el mercado de mercancías como vendedor de su propia fuerza de trabajo, aparece, en un fondo prehistórico, la fase en que el trabajo humano no se ha desprendido aun de su primera forma instintiva. Aquí, partimos del supuesto del trabajo plasmado ya bajo una forma en la que pertenece exclusivamente al hombre. Una araña ejecuta operaciones que semejan a las manipulaciones del tejedor, y la construcción de los panales de las abejas podría avergonzar, por su perfección, a más de un maestro de obras. Pero hay algo en lo que el peor maestro de obras aventaja, desde luego, a la mejor abeja, y es el hecho de que antes de ejecutar la construcción, la proyecta en su cerebro. Al final del proceso de trabajo brota un resultado que antes de empezar el proceso existía ya en la mente del obrero; es decir un resultado que tenía ya existencia ideal. El obrero no se limita a hacer cambiar la forma de la materia que le brinda la naturaleza, sino que, al mismo tiempo, realiza en ella su fin, fin que él sabe que rige como una ley las modalidades de su actuación y al que tiene necesariamente que supeditar su voluntad. Y esta supeditación no constituye un acto aislado. Mientras permanezca trabajando, además de esforzar los órganos que trabajan, el obrero ha de aportar esa voluntad consciente del fin a que llamamos atención, atención que deberá ser tanto más reconcentrada cuanto menos atractivo sea el trabajo, por su carácter o por su ejecución, para quién lo realiza, es decir, cuanto menos disfrute de él el obrero como de un juego de sus fuerzas físicas y espirituales." (El capital. T. 1. Pág.. 130)
"...Y como toda cosa natural debe tener su origen, el hombre tiene su proceso de génesis, la historia, que es para él, sin embargo, un proceso consciente y, como tal, que se supera conscientemente a sí mismo." (Pág.. 189) De donde surge claramente que el hombre se crea a sí mismo.
De tal forma la naturaleza no será algo exterior al hombre, ni éste a la naturaleza. "El hombre es ser genérico (Aclara Marx que éste término es tomado de Feuerbach quien lo utiliza para establecer una distinción entre la conciencia del hombre y la de los animales. El hombre tiene conciencia no sólo de sí mismo como individuo sino de la especie humana o esencia humana) no sólo en el sentido de que constituye la comunidad (la suya propia y la de otras cosas) su objeto práctica y teóricamente, sino también (y esto es simplemente otra expresión de la misma cosa) en el sentido de que se considera como la especie actual, viva, como un ser universal y en consecuencia libre.
La vida de la especie, para el hombre como para los animales, tiene su base física en el hecho de que el hombre (como los animales) vive de la naturaleza inorgánica y como el hombre es más universal que un animal, el campo de la naturaleza inorgánica de la que vive es más universal. Las plantas, los animales, los minerales ,el aire, la luz, etc., constituyen en el aspecto teórico, una parte de la conciencia humana como parte de la ciencia natural y del arte. Son la naturaleza inorgánica espiritual del hombre, su medio intelectual de vida, que debe preparar primero para gozarlo y perpetuarlo. Así también en el aspecto práctico forman parte de la vida y la actividad humanas .En la práctica el hombre vive sólo de estos productos naturales, ya sea en forma de alimentos, calor, vestido, vivienda, etcétera .La universalidad del hombre aparece en la práctica en la universalidad que constituye toda la naturaleza en su cuerpo inorgánico: 1) como medio directo de vida; e, igualmente 2) como el objeto material y el instrumento de su actividad vital. La naturaleza es el cuerpo inorgánico del hombre; es decir, la naturaleza excluyendo al cuerpo humano mismo. Decir que el hombre vive de la naturaleza significa que la naturaleza es su cuerpo, con el cual debe permanecer en continuo intercambio para no morir. La afirmación de que la vida física y mental del hombre y la naturaleza son interdependientes significa simplemente que la naturaleza es interdependiente consigo misma, puesto que el hombre es parte de la naturaleza.
Como el trabajo enajenado: 1) enajena a la naturaleza del hombre; y 2) enajena al hombre de sí mismo, de su propia función activa, de su actividad vital, así lo enajena de la especie. Convierte la vida de la especie en un medio para la vida individual. En primer lugar, enajena la vida de la especie y la vida individual y, en segundo lugar, convierte a ésta última, como abstracción, en el fin de la primera, también en su forma abstracta y enajenada. (Pág.. 110)

La propiedad privada

Queda claro que el interés principal de Marx es la crítica, como propuesta de superación del trabajo alienado, al que relaciona firme y dialécticamente con la propiedad privada.
"La propiedad privada es pues el producto, el resultado necesario del trabajo enajenado, de la relación externa del trabajador con la naturaleza y consigo mismo.
La propiedad privada se deriva, así, del análisis del concepto de trabajo enajenado (vida enajenada) de la economía política, de un análisis del movimiento de la propiedad privada. Pero el análisis del concepto demuestra que, aunque la propiedad privada aparece como la base y la causa del trabajo enajenado, es más bien una consecuencia de este último, así como los dioses son fundamentalmente no la causa sino el producto de confusiones de la razón humana. En una etapa posterior, sin embargo, hay una influencia recíproca.
Sólo en la etapa final del desarrollo de la propiedad privada se revela su secreto, es decir, que es por una parte el producto del trabajo enajenado y, por otra, el medio a través del cual se enajena el trabajo, la realización de esa enajenación." (Pág.. 115)

La naturaleza social del hombre

Si aceptamos que una especie se define por la actividad vital que desarrolla, "¿Qué es la vida sino actividad?", y esa actividad es necesariamente actividad social, no puede entenderse al hombre más allá, o en oposición a la sociedad, como así tampoco, según vimos, a la naturaleza.
"Aun cuando realizo una actividad científica, etc., actividad que pocas veces puedo efectuar en asociación directa con otros hombres, realizo un acto social, porque actuo como hombre. No es sólo lo material de mi actividad -como el lenguaje mismo que emplea el pensador- lo que me es dado como un producto social. Mi propia existencia es una actividad social. Por esta razón, lo que yo mismo produzco, lo produzco para la sociedad y con la conciencia de actuar como ser social...
Es necesario, sobre todo, evitar la definición de la sociedad, una vez más, como una abstracción que confronta al individuo. El individuo es el ser social. La manifestación de su vida -aun cuando no aparece directamente en la forma de una manifestación común, realizada en asociación con los demás hombres- es pues una manifestación y afirmación de la vida social. La vida humana individual y la vida genérica del hombre no son cosas diferentes,...
...Aunque el hombre es un individuo único -y es precisamente su particularidad lo que lo hace individuo, un ser individual real de la comunidad- igualmente es la totalidad, la totalidad ideal, la existencia subjetiva de la sociedad pensada y sentida. Existe en realidad como la representación y el espíritu real de la existencia social y como la suma de la manifestación vital del hombre.
El pensamiento y el ser son, pues, distintos pero también forman una unidad. La muerte aparece como una dura victoria de la especie sobre el individuo y parece contradecir su unidad; pero el individuo particular es sólo un ser genérico determinado y como tal es mortal." (Manuscritos, Págs. 138-139)
Este ser genérico que se apropia de su ser múltiple de una manera universal, y por lo tanto como hombre total, que reacciona ante el objeto de una manera tan variada como son variadas las determinaciones de la naturaleza y las relaciones humanas, viene a ser contradicha por la propiedad privada que: "...nos ha hecho tan estúpidos y parciales que un objeto es sólo nuestro cuando lo poseemos, cuando existe para nosotros como capital o cuando es directamente comido, bebido, usado como vestido, habitado, etc., es decir, utilizado de alguna manera, aunque la propiedad privada misma sólo concibe esas diversas formas de posesión como medios de vida y la vida para la cual sirven de medios es la vida de la propiedad privada: trabajo y creación de capital.
Así todos los sentidos físicos e intelectuales han sido sustituidos por la simple enajenación de todos esos sentidos: el sentido de tener. El ser humano tenía que ser reducido a esa absoluta pobreza para poder dar origen a toda su riqueza interior." (Pág.. 140)

El materialismo histórico

Retornando al principio de estos comentarios, donde señalamos que los estudios teóricos se validan en la vocación transformadora de la realidad social, tema éste que nos parece de la mayor importancia para comprender como articula Marx sus análisis, vemos que: "Es cierto que el arma de la crítica no puede sustituir a la crítica dc las armas. Que el poder material tiene que derrocarse por medio del poder material, pero también la teoría se convierte en poder material tan pronto como se apodera de las masas. Y la teoría es capaz de apoderarse de las masas cuando argumenta y demuestra ad hominen, cuando se hace radical. Ser radical es atacar el problema por la raíz. Y la raíz para el hombre es el hombre mismo...La crítica de la religión desemboca en la doctrina de que el hombre es la esencia suprema para el hombre y, por consiguiente, en el imperativo categórico de echar por tierra todas las relaciones en que el hombre sea un ser humillado, sojuzgado, abandonado y despreciable...En un pueblo la teoría sólo se realiza en la medida en que es la realización de sus necesidades" (La sagrada familia. Pag. 11) Para el estudio de la realidad social, entonces, señala la importancia de partir de los hombres que actúan en un medio social determinado, de lo que los hombres hacen, y no de lo que los mismos piensan de sí mismos. "Nos encontramos pues con el hecho de que determinados individuos que, como productores, actúan de un determinado modo, contraen entre sí esas relaciones sociales y políticas determinadas. La observación empírica tiene necesariamente que poner de relieve en cada caso concreto, empíricamente y sin ninguna clase de falsificación, la trabazón existente entre la organización social y política y la producción.
La organización social y el estado brotan constantemente del proceso de vida de determinados individuos; pero de estos individuos, no como puedan presentarse ante la imaginación propia o ajena, sino tal y como realmente son; es decir, tal y como actúan y como producen materialmente y, por lo tanto, tal y como desarrollan sus actividades bajo determinados límites, premisas y condiciones materiales independientes de su voluntad." (De la ideología alemana, Pág.. 205)
"Totalmente al contrario de lo que ocurre en la filosofía alemana, que desciende del cielo sobre la tierra, aquí se asciende de la tierra al cielo. Es decir, no se parte de lo que los hombres dicen, se representan o se imaginan, ni tampoco del hombre predicado, pensado, representado o imaginado para llegar, arrancando de aquí, al hombre de carne y hueso; se parte del hombre que realmente actúa y, arrancando de su proceso de vida real, se expone también el desarrollo de los reflejos ideológicos y de los ecos de éste proceso de vida. También las formaciones nebulosas que se condensan en el cerebro de los hombres son sublimaciones necesarias de su proceso material de vida, proceso empíricamente registrable y sujeto a condiciones materiales. La moral, la religión, la metafísica y cualquier otra ideología y las formas de conciencia que a ellas corresponden pierden, así, la apariencia de su propia sustantividad. No tienen su propia historia ni su propio desarrollo, sino que los hombres que desarrollan su producción material y su intercambio material cambian también, al cambiar esta realidad, su pensamiento y los productos de su pensamiento. No es la conciencia lo que determina la vida, sino la vida la que determina la conciencia. Desde el primer punto de vista se parte de la conciencia como del individuo viviente; desde el segundo punto de vista, que es el que corresponde a la vida real, se pare del mismo individuo real, viviente, y se considera la conciencia solamente como su conciencia."(Pág.. 206)
"Solamente ahora,...caemos en la cuenta de que el hombre tiene también "conciencia". Pero tampoco ésta es de antemano una conciencia "pura". El "espíritu" nace ya tarado por la maldición de estar "preñado" de materia, que aquí se manifiesta bajo la forma de capas de aire en movimiento, de sonidos, en una palabra, bajo la forma del lenguaje. El lenguaje es tan viejo como la conciencia; el lenguaje es la conciencia práctica, la conciencia real, que existe también para mí mismo; y el lenguaje nace, como la conciencia, de la necesidad, del apremio del intercambio con los demás hombres. Donde existe una relación existe para mí, pues el animal no se comporta ante nada, ni, en general, podemos decir que tenga comportamiento alguno. Para el animal, sus relaciones con otros no existen como tales relaciones. La conciencia, por tanto, es ya de antemano un producto social, y lo seguirá siendo mientras existan seres humanos. La conciencia es, ante todo, naturalmente, conciencia del mundo inmediato y sensible que nos rodea y conciencia de los nexos limitados con otras personas y cosas, fuera del individuo consciente de sí mismo; y es, al mismo tiempo, conciencia de la naturaleza, que al principio se enfrenta al hombre como un poder absolutamente extraño...
...Esta conciencia gregaria o tribal se desarrolla y perfecciona después, al aumentar la producción, al incrementarse las necesidades, y al multiplicarse la población, que es el factor sobre el que descansan los dos anteriores...
...La división del trabajo sólo se convierte en verdadera división a partir del momento en que se separan el trabajo físico y el intelectual. Desde este instante, puede ya la conciencia imaginarse que es algo más y algo distinto que la conciencia de la práctica existente, que representa realmente algo sin representar algo real; desde este instante, se halla la conciencia en condiciones de emanciparse del mundo y entregarse a la creación de la teoría "pura", de la teología "pura",....Por lo demás es de todo punto indiferente lo que la conciencia por sí sola haga o emprenda, pues de toda esta escoria sólo obtendremos un resultado a saber: que estos tres momentos, la fuerza de producción, el estado social y la conciencia, pueden y deben necesariamente entrar en contradicción entre sí, ya que, con la división del trabajo, se da la posibilidad, más aun la realidad de que las actividades espirituales y materiales, el disfrute y el trabajo, la producción y el consumo, se asignen a diferentes individuos y la posibilidad de que no caigan en contradicción reside solamente en que vuelva a abandonarse la división del trabajo...
...Las ideas dominantes no son otra cosa que la expresión ideal de las relaciones materiales dominantes..." (De la ideología alemana)
"...Mi investigación desembocaba en el resultado de que, tanto las relaciones jurídicas, como las formas de estado no pueden comprenderse por sí mismas ni por la llamada evolución general del espíritu humano, sino que radican, por el contrario, en las condiciones materiales de vida ...El resultado general a que llegué y que, una vez obtenido, sirvió de hilo conductor a mis estudios, puede resumirse así: en la producción social de su vida, los hambres contraen determinadas relaciones necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de producción que corresponden a una determinada fase del desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de producción forma la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que se levanta la superestructura jurídica y política y a la que corresponden determinadas formas de conciencia social. El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de la vida social, política y espiritual en general. No es la conciencia del hombre lo que determina su ser sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia. Al llegar a una determinada fase de desarrollo, las fuerzas productivas materiales de la sociedad chocan con las relaciones de producción existentes o, lo que no es más que la expresión jurídica de esto, con las relaciones de propiedad dentro de las cuales se han desenvuelto hasta allí. De formas de desarrollo de las fuerzas productivas, estas relaciones se convierten en trabas suyas. Y se abre así una época de revolución social. Al cambiar la base económica, se revoluciona, más o menos rápidamente, toda la inmensa superestructura erigida sobre ella. Cuando se estudian estas revoluciones, hay que distinguir siempre entre los cambios materiales ocurridos en las condiciones económicas de producción y que pueden apreciarse con la exactitud propia de las ciencias naturales, y las formas jurídicas, políticas, religiosas, artísticas o filosóficas, en una palabra, las formas ideológicas en que los hombres adquieren conciencia de este conflicto y luchan por resolverlo. Y del mismo modo que no podemos juzgar a un individuo por lo que él piensa de sí, no podemos tampoco juzgar a estas épocas de revolución por su conciencia, sino que, por el contrario, hay que explicarse esta conciencia por las contradicciones de la vida material, por el conflicto existente entre las fuerzas productivas sociales y las relaciones de producción. Ninguna formación social desaparece antes de que se desarrollen todas las fuerzas productivas que caven dentro de ella, y jamás aparecen nuevas y más altas relaciones de producción antes de que las condiciones materiales para su existencia hallan madurado en el seno de la propia sociedad antigua. Por eso, la humanidad se propone siempre únicamente los objetivos que puede alcanzar, pues, bien miradas las cosas, vemos siempre que estos objetivos sólo brotan cuando ya se dan, o, por lo menos, se están gestando las condiciones materiales para su realización...Las relaciones burguesas de producción son la última forma antagónica del proceso social de producción, antagónica no en el sentido de un antagonismo individual, sino de un antagonismo que proviene de las condiciones sociales de vida de los individuos. Pero las fuerzas productivas que se desarrollan en el seno de la sociedad burguesa brindan, al mismo tiempo, las condiciones materiales para la solución de este antagonismo. Con esta formación social se cierra, por tanto, la prehistoria de la sociedad humana..." (Prólogo de la contribución a la crítica de la economía política)

BIBLIOGRAFÍA:

Carlos Marx: De la ideología alemana. Pueblos unidos, Montevideo, 1959.

Carlos Marx: El Capital. Tomo I, Ed. Cartago, Buenos Aires, 1973.

Carlos Marx: La sagrada familia, Ed. Grijalbo, México. 1957.

Carlos Marx: Manuscritos Económicos Filosóficos. Tomados de: Eric Fromm: Marx y su concepto del hombre, Fondo de Cultura Económico, México, 1964,
Carlos Marx: Contribución a la crítica de la economía política. (Prólogo) Fondo de Cultura